Otro punto nítido sobre otra i es el de la supuesta euforia de lectura en estos albores cibernícolas. “Una cosa es leer y otra es leer libros”, aclara Savater, ante el aumento de lectura debido a Internet y la floración de diversos artilugios electrónicos. La clave real de garantizar lectores, asegura, está en “no convertirla en una obligación académica. No dogmática. La idea es que el niño y el joven entren por cualquier parte al libro”. A veces, advierte, “los pedagogos están obsesionados con logros pasajeros y olvidan que la lectura es ante todo placer, se contagia, no se impone”. Eso requiere, recomienda el filósofo, ajustar la pedagogía a estos tiempos.
Una adaptación que toca, también, a los derechos de propiedad intelectual. La piratería de obras de creación en Internet, asegura, “es una amenaza indudable, lo cual requiere aplicar leyes. Sancionar tanto al que fomenta esa práctica como al usuario normal, pero de manera proporcional. Hay que buscar un mecanismo. No debe haber impunidad”.
Esta crítica a la cosificación de la educación y la cultura, el todo gratis y el triunfo de “la visión servicial” del mundo entronca con las renovadas responsabilidades que deberían tener los articulistas de periódicos y los propios medios de comunicación. Aquí está la semilla de esteFiguraciones mías que se abre con un prólogo en el que Savater expresa su preocupación al ver que el artículo periodístico clásico “entra en una fase crepuscular, acosado e incluso sustituido por blogs y otras fórmulas propiciadas por Internet” que corren el riesgo de desvirtuar su objetivo: “Un buen escritor de artículos es un acelerador de partículas imaginativas y racionales, lo cual excluye el mero capricho autocomplaciente. Trate lo que trate, el artículo de periódico siempre cumple una función política, es decir, se debe a la polis y a las obligaciones de nuestra comunidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario