"Regalar un libro es un acto generoso; regalar una biblioteca es como donar tu propia vida"
Los oráculos de la industria editorial auguran la desaparición del libro en los próximos años. La prensa escrita arderá en la pira del olvido y los libros se extinguirán como viejos dinosaurios cuyos restos posarán en las vitrinas de museos abandonados. Gutenberg tiene sus quinientos años contados sobre las estanterías de una biblioteca, así que el viejo alemán se ha lanzado a la conquista de internet a través de la fibra óptica y los nuevos soportes digitales. Sin embargo, el semiólogo Umberto Eco no está tan convencido y asegura en su último libro, «No esperes librarte de los libros», que la pervivencia del papel se mantendrá junto a los «e-books». Hasta el momento sabemos cuánto tiempo se conserva un libro, incluso un manuscrito, pero desconocemos la fecha de caducidad de la memoria ram de un ordenador. Todavía no sabemos si el «e-book» podrá soportar un largo viaje, una tormenta, un accidente. De modo que el libro sigue ahí, amarillo y cirrótico, polvoriento y envejecido, como un anciano que vive en vilo.
A pesar del apocalipsis que se cierne sobre la prensa escrita, en el café de mi barrio los clientes se quitan los periódicos de las manos.
-¿Ya ha leído usted el periódico?
-Pues no, así que se espera.
El periódico está vivo, aunque se compren menos periódicos, aunque la juventud no los lea, aunque se editen menos páginas y se regalen más chanclas y tantas otras razones. Uno cree que el periódico vale más por lo que confirma que por lo que anuncia y, quizá por esa razón, el personal se lo pasa de mano en mano y de boc a en boc a como un pedazo de pan ensalivado al que no se le hacen nunca ascos. Leer el periódico, esa oración matutina del ateo, es el recochineo de ver escrito lo que tantas veces habíamos oído.
La prensa y el libro siguen siendo objetos sagrados. Mallarmé decía que el mundo existe para concluir en un libro y el periodista Juan Ramón Pérez Las Clotas ha donado todos sus libros a la Universidad de Oviedo. Regalar un libro es el acto más generoso que se puede esperar de un hombre. Regalar una biblioteca es como donar tu propia vida.
La vida de Juan Ramón se extiende a lo largo de miles de volúmenes que narran la historia del mundo, que explican tanto al autor como al lector los avatares del pasado siglo XX. Juan Ramón enseñó a los periodistas a querer los libros como si fueran artillería pesada, munición que servía para acertar en la noticia. Ciertamente, un buen libro es el mejor escudo contra la mentira, quizá porque la actualidad y la experiencia del hombre siguen impresas en la Historia de Tucídices y desde ahí todo seguido.
Amamos la prensa porque sigue siendo el hilo de oro que nos conecta con la vida. Un libro continúa siendo la mejor terapia para asegurarse la dignidad y la lucidez en nuestras últimas horas. Sólo hacen falta tinta, sangre y papel para saberse provisionalmente vencedor de la muerte. La palabra escrita sigue siendo el desquite del hombre.
Fuente: http://www.lne. es/opinion/ 2009/10/09/ opus-librum/ 818831.html
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